La necesidad de escapar del agobio de las ciudades ha hecho que sus habitantes miren hacia el campo en busca de otra forma de vivir.
El alojarse en pequeñas masías o casas rurales situadas en pequeños pueblos de montaña tiene el doble encanto de disfrutar de un entorno privilegiado y vivir durante unos días en una casa "de pueblo". La atención y servicios que normalmente prestan los dueños, muchas veces agricultores, hacen que tanto los padres como los hijos descubran los encantos de la vida en la montaña.